Fernando Fabiani. Foto Rocío Parrilla

‘Vengo sin cita doctor’ ¿Te suena? No lo niegues. Seguro que has pasado por esta situación alguna que otra vez en la consulta de tu médico de cabecera. Sí, esa persona a la que vas para que te recete, por ejemplo, las pastillas de la alergia, el paracetamol e ibuprofeno -tándem que no puede faltar en todo botiquín que se precie- o te envíe al especialista porque todo lo que comes te sienta mal.

Fernando Fabiani, médico de familia -y en sus ratos libres, actor (o viceversa)- nos presenta a Teodoro García (Teo para los amigos, Teodoro para su madre, doctor Jarcia para algunos pacientes y ‘chiqui’ para su mujer) y con él, a través de las páginas de ‘Vengo sin cita’ (Editorial Aguilar) descubriremos los pros y los contras de los profesionales sanitarios, concretamente, la ‘trastienda’ del médico de familia. Así que pasen y vean (o más bien lean). La risa está asegurada.

¿Con qué tipo de médico te identificas: George Clooney en Urgencias o Hugh Laurie en House? 

Realmente creo que ni House ni Clooney, sería más bien un poco como la película francesa ‘Un médico en la campiña’ sobre un médico rural que va con el maletín por los pueblos. Yo sería más ese. El médico que sale mucho en la tele –habitualmente- es el médico de grandes hospitales, con grandes medios técnicos, que a los tres segundos te ha abierto el pecho y te ha hecho cuarenta mil cosas (risas). Entiendo que eso es muy espectacular, pero el médico de familia tiene como herramienta fundamental la comunicación, el hablar con los pacientes, el conocerlos a ellos, a su familia y a toda la sociedad. Por eso es médico de familia y comunitario. Un abordaje que llamamos biopsicosocial y esto es un conocimiento mucho más profundo, aunque entiendo que a veces es menos espectacular que lo que está buscando el cine.

Andalucía al Día, Fernando Fabiani¿Con qué objetivo has escrito este libro?

Tiene un doble objetivo. Por un lado, utilizar el humor para dar algunas píldoras de educación sanitaria. Cada día estoy más convencido de que como médico en general y como médico de familia en particular, la educación sanitaria es una cosa que tenemos que hacer. Y creo que el humor es un vehículo excelente para hacerlo. Y segundo, poner un poquito en valor la medicina de familia, que tristemente sigue siendo una gran desconocida para muchas personas que directamente no conocen a su médico.

¿La etiqueta de verídico debería acompañar a este libro?

Absolutamente. Es completamente verídico. Nada de lo que se cuenta ahí no es real, todo es cierto.

A pesar de que muchas anécdotas aparezcan sacadas de una obra de ficción

Aquello de que la realidad supera a la ficción se cumple también en la consulta. De eso no hay duda.

¿Cómo ha sido trabajar con Laura Santolaya? (ilustradora del libro)

Un placer. Desde que empecé a componer el libro tenía claro que quería que tuviera un aire fresco, desenfadado, que a la gente le apeteciera ojearlo y pensé que el hecho de que fuera bien ilustrado podía ser de gran ayuda. Contacté con Laura –no la conocía previamente, pero sí la seguía por redes habitualmente, me parece que es una ilustradora con un sentido del humor y acidez estupenda- le hice la propuesta y estaba encantada. Cuando le envié el libro aún más. Nada más que ver la portada queda claro que ha sido un acierto.

Y el prólogo de Manu Sánchez tampoco tiene desperdicio

Es otro regalo. Los planetas a veces se alinean y cuando lo hacen quiero pensar que es para algo bueno. Con Manu pasó una cosa parecida. Tuve la oportunidad de conocerlo hace ya algunos años, vino al estreno de una de las obras que yo dirigí de Síndrome Clown, y después de la obra charlamos 30 minutos y desde entonces no había vuelto a verle, no habíamos coincidido. Pero cuando terminé el libro me dije: bueno, esto es un libro de humor, escrito por un andaluz ¿quién me puede hacer el prólogo? Y me dije: ¡quién mejor que Manu Sánchez¡ Sin tener mucho contacto con él previamente me planteé preguntárselo a ver qué le parecía y su respuesta fue espectacular desde el principio … sí, sí, si… estoy encantado, me gusta mucho la idea, no se había leído el libro aún y le dije: medita tu respuesta, lee el libro y si no te gusta no pasa nada, puedes desdecirte. Así que se lo leyó y siguió insistiendo. Como resultado ahí tenemos ese prólogo que es divertido y un excelente pistoletazo de salida al comenzar la lectura del libro porque te sitúa en lo que nos vamos a encontrar.

¿Cuántas veces le ha ocurrido aquello de: ‘hay algún médico en la sala’?

Eso es muy frecuente. Por ejemplo, vas por la calle y alguien cae al suelo y bueno, un ciudadano normal ve alguien caído y si otras personas se han acercado no tiene por qué hacerlo él. Pero yo no sé si el que se ha acercado es sanitario, igual necesita algo más, así que te acercas. Tú no dejas de ser médico ni por las tardes, ni por las noches, ni en las vacaciones ni cuando te jubiles porque si pasa algo al lado, tú no puedes renunciar a eso.

¿Por qué en cada casa de vecino encontramos el ‘clásico’ cajón de medicinas? Tú abogas por #pastillaslasjustas

Más bien una bolsa -que suele ser antigua tipo pryca o continente- metida en un cajón y donde se van almacenando cosas. Además es curioso porque la gente anota en las cajas: esta pastilla para los dolores, esta otra para la circulación, porque luego no te acuerdas de los nombres de las medicinas que son demasiado complicados. Y es verdad que ese ‘cajón’ nos da muchísima información, de hecho, una de las cosas que se hace cuando se va a los domicilios -tanto nosotros como el personal de enfermería- hacemos una ‘revision de botiquines’. Así que revisamos y podemos detectar fármacos caducados que hay que quitar de en medio, medicamentos que no son buenos para esa persona -que a lo mejor lo fueron, pero llevan allí cinco años- o te encuentras con seis cajas llenas de un mismo medicamento lo que significa que no se lo está tomando, y si lo está haciendo ¿cómo están aquí la cajas llenas?

A la consulta hay que ir ¿solo o acompañado?

Creo que es bueno ir acompañado pero hay que tener muy claro de quién y para qué porque lógicamente en la consulta, a veces, hay preguntas que son previsibles, y otras veces hay cuestiones que no siempre queremos contestar delante de determinadas personas. Así que hay que tener mucho cuidado de a quién pedimos que nos acompañe, y si eres tú al que piden que acompañes, pensártelo muy bien también (risas).

Afirmas sin rubor que ‘estar caliente no siempre es un problema’

No. Claro que no. Es que la fiebre nos preocupa muchísimo. Y estar caliente no es un problema siempre, claro que no. Olvidamos que la fiebre es un mecanismo de defensa, que a más de 38 grados los virus y las bacterias empiezan a morir, no soportan esa temperatura. Nuestro cuerpo sube la temperatura para defenderse. Para nosotros los médicos es un dato de que hay una infección -aunque a veces hay fiebre que no es infecciosa pero esto sería ya otro debate-. ¿Esto quiere decir que hay que quedarse en casa con 41 grados? No, pero que no hay que obsesionarse. No pasa nada si tengo 38 grados de temperatura y me encuentro bien, no es necesario bajarla. Una fiebre aislada no es para preocuparse. Además la mayoría de las fiebres se quitan solas en dos o tres días sin necesidad de pasar por ningún médico. Ahora bien, si aparece un síntoma grave, un dolor muy intenso y nos encontramos especialmente mal, entonces por supuesto que tenemos que acudir al médico.

Dices en el libro que ‘una consulta de medicina de familia es una ventana abierta a la vida diaria’

Sí. Es que estás censando constantemente lo que ocurre. Yo me entero de muchísimas cosas por la consulta. En los informativos puedes escuchar titulares de que la crisis está acabando o no, si las pensiones están bien o no, si hay trabajo o no lo hay, pero cuando sales de la consulta sacas tus conclusiones. Percibes cómo está la gente, notas las carencias y las necesidades, y sobre todo es en la consulta de medicina de familia donde hay un ‘abordaje integral’ de lo biológico, psicológico y social. La verdad es que te da una perspectiva única.

Sólo añadir algo antes de terminar, parafraseando el epílogo de manos del mismo Fabiani: «¿Lo mejor para tu salud? Sé feliz. Todo lo feliz que puedas. Disfruta de los placeres de la vida. Disfruta de la comida, disfruta de un buen paseo, disfruta del sexo, disfruta de los amigos, ríe todo lo que puedas… ¿Y al médico? Lo justo»

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