Benito Olmo. Foto Rocío Parrilla

Que nos os despite el título. ‘La maniobra de la tortuga’ de Benito Olmo es una novela policíaca con una trama contemporánea que bebe de los clásicos de Raymond Chandler, Agatha Christie o Dashiell Hammett. Como escenario, la ciudad de Cádiz, algo más gris y sombría de cómo suelen presentárnosla, con un olor a salitre y viento de levante o poniente que se cuela en los huesos de sus personajes para darles un ‘sabor’ característico, distintivo y diferente.

«Mis dos primeras novelas se ambientaron en Granada y tenía muchas ganas de enmarcar una novela en Cádiz y que fuera policíaca. Romper con ese arquetipo de Cádiz ciudad luminosa, de alegría, chirigota y sonrisa para mostrar un Cádiz diferente. Los que vivimos allí sabemos que no todo es luz ni todo el año es Carnaval, así que en este último trabajo muestro un Cádiz más oscuro y tenebroso».

Como protagonista, el ‘irreverente’ inspector Manuel Bianquetti, «un antihéroe, solitario, sin demasiados amigos, acostumbrado a ir siempre por libre». El asesinato de una chica de 16 años removerá algo guardado en su interior, antiguos fantasmas que trastocaron su vida personal y profesional, y razón por la cual se encuentra destinado en Cádiz. Pondrá sus cinco sentidos en resolver este caso y en buscar al responsable de la violenta muerte de esta joven, «a pesar de la oposición de sus compañeros, de sus superiores e incluso contrariando en algunos momentos la ley. No se detendrá ante nada para intentar reparar esa injusticia y encontrar al criminal».

Manuel Bianquetti se servirá de la experiencia y de la observación para desentrañar una serie de delitos silenciados con dinero y que fueron el preámbulo del crimen de Clara Vidal. A veces, mirar para otro lado cuando se producen actos ilícitos, puede desencadenar males mayores en un futuro cercano. «Una de las cosas que he aprendido con Harry Bosch de Michael Connelly es que las casualidades no existen sino que están ahí por algo y que los hechos siempre tienen un motivo. Bianquetti persigue esos pequeños detalles que los demás pasan por alto y a los que él busca una explicación. Será el único que se tome en serio la investigación».

He de confesar que Bianquetti me ha enganchado sobremanera. Un par de días han bastado para leerme esta historia adictiva, que cumple su objetivo con creces. Un protagonista algo tosco, pero en el fondo sentimental, arcaico en sus formas, pero correcto en su contenido, envuelto en bocanadas de humo que reprime a regañadientes obligado por las circunstancias y un aspecto inequívoco que no pasa desapercibido.

LLegados a este punto lo único que podemos esperar es que los astros -autor, público y editorial- se alineen y decidan regalarnos más aventuras del inspector Bianquetti. Confiemos en que sean benévolos y la fortuna nos acompañe.

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