Manuel Rodríguez (Sevilla, 1990), el mejor estudiante de su promoción decide dedicarse a lo suyo y emprender junto a su compañero de clase Pedro Nicolás, creando Cámara Cívica, que afronta su tercer año de vida consolidada como una de las mejores formas de aprender sobre algo tan intangible como la Teoría Política. ¿Se habían fijado antes en que en Harry Potter no hay elecciones a Ministro de Magia? ¿Llamarían populista al que lo exigiera? Pero, antes de eso…
¿Qué es la teoría política?
Una manera de analizar cómo debería ser la sociedad tanto desde el punto de vista normativo, es decir, hacia dónde querríamos ir, como desde el donde estamos. Si bien suele ser al revés, se parte de un análisis de la sociedad tal y como está utilizando las herramientas que tenga el pensador o la pensadora del que estamos hablando y a partir de ahí se construye una alternativa.
¿La teoría política dice que estamos en una situación y la realidad dice que estamos en otra?
Hombre, yo creo que hacer una teoría política que no tenga una base en la realidad o que no aspire a explicar la realidad no sirve de nada. Respeto a quien lo haga, pero me parece inútil. Si tienes las herramientas analíticas para explicar cómo funciona la sociedad, deberías incidir en ello. No me refiero a un puro activismo, sino a no especular, a no hablar de entelequias.
¿Cuando se habla de teoría se habla de imaginación?
Bueno, sí, tiene que haber siempre una propuesta política, de hecho, cuando algún teórico no plantea una alternativa ni un «hacia donde», siempre se le achaca eso. Entonces, yo entiendo que sí, que todo analista, que todo pensador, aspira a hacer una propuesta. Ahora está muy de moda, por ejemplo, rescatar el estudio de las emociones en política. En el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales ha habido estos meses una serie de seminarios que analizaban los sentimientos en la política
¿Te consideras teórico o filósofo político?
Me queda mucho por aprender, no me considero nada. Esto se lo preguntaron a Hannah Arendt y dijo que ella era teórica política, no filósofa. A mí me interesa mucho la filosofía en todos sus ámbitos pero me interesa más la sociedad en la que vivimos, por tanto, me siento más apegado a la teoría. También porque en mi caso creo que enriquece cualquier tipo de análisis que puedo hacer: si trabajo como consultor político puedo ver qué clase de valores hay detrás de cada idea; no son los mismos valores crear empleo a través de lo público que crearlo a través de lo privado.
¿Y todo esto cómo se pone a pie de calle, que es lo que hacéis en Cámara Cívica?
Prácticamente toda actuación humana tiene detrás una serie de motivaciones que la filosofía y la teoría han intentado ordenar y creo que es realmente útil intentarlo. Las ideas ayudan a pensar en qué sentido estamos actuando y qué prioridades se tienen. Lo que estamos intentando hacer es «vulgarizar » en el buen sentido la dirección a la que van esas acciones a través de cosas muy sencillas.
¿Se están borrando las ideas de la política?
No, lo que sí creo es que estamos en un época en que todas las categorías de análisis están saltando. Tanto es así que vivimos en un sistema en el que el sistema liberal está generando una cultura propia en la que todos tenemos que ser emprendedores o incluso empresas con nuestra marca personal, eso por una parte. Por otra parte, las nuevas propuestas políticas más que etiquetarse en nuevas categorías se presentan como agentes transversales, desideologizadas, como representando al sentido común y eso es lo que, en cierta forma, está ayudando a que los estudios sobre populismo estén avanzando, pues se están estudiando fenómenos políticos que no caben en las viejas ideas.
Vamos a centrarnos en tu parte empresarial, en Cámara Cívica: ¿Es más fácil emprender ahora, habiendo una ley de emprendedores? ¿Ha permitido emprender mejor o ha permitido emprender mejor a unos pocos?
Creo que está enfocada a un tipo de emprendimiento que es el de base tecnológica, el de las start up, que es el de las pequeñas empresas que se crean rápido, barato y que pueden crecer exponencialmente. El típico mito del garaje. Sin embargo, yo creo que montar una pequeña empresa de otro tipo, una panadería o lo que sea, sigue teniendo un montón de trabas. Lo que también es cierto es que, por un lado, al haberse generalizado la cultura del emprendimiento, la persona que arriesga y empieza a montar un proyecto se está valorando socialmente más, al mismo tiempo, como contraprestación, también se está culpabilizando a los que quieren tener un trabajo estable y seguro, pero, en cualquier caso, se está creando un clima favorable a que jóvenes estén intentando crear un negocio. Lo que pasa es que, ya te digo, no todas las empresas crecen en ese modelo. También está habiendo un auge del emprendimiento social, que Cámara Cívica se podría ubicar ahí… No sé… En cualquier caso, lo que está claro es que no todo el monte es orégano.
¿Qué es el emprendimiento social?
Es una manera de entender la generación de proyectos desde la sociedad civil de manera que sea sostenible sin tener que depender del Estado. Y para mi es la constatación de que se puede mantener proyectos transformadores intentando que no sean una especie de hobby.
¿Cual es el proyecto de este año de CC?
Nosotros hemos estado intentando seguir pensando en qué debe ser o qué es CC y gracias al tiempo que hemos pasado en la escuela de economía social nos vamos a centrar en la tarea de hacer que todo el mundo sepa de política. Partiendo de esa premisa, vamos a reforzar nuestro compromiso con el empoderamiento, siguiendo con la formación a cargos públicos y a personas que lo necesiten porque entendemos que por muy buenos que seamos creando ideas que seamos tenemos que saber comunicarlas. Y en la parte más relacionada con los medios de comunicación, nuestra página web, vamos a seguir tendiendo varias alianzas: Empezamos a colaborar con Visual Politik, Sociología Divertida y otras sorpresas que iremos sacando…
¿Y qué esperas de la gente?
Pues queremos animar a que contacten con nosotros, que escriban, que consulten, que nos llamen…
¿Qué es el populismo, que está tan en boga?
Una de las características del populismo es, de hecho, su indefinición. De entrada hay que agregar que la palabra populismo no es equivalente a demagogia y no tiene porqué usarse de forma peyorativa. Eso viene de que hay miedo desde Platón de que las clases populares entren en política. Lo que plantean es una manera de construir lo político: La democracia en sí tiene una dimensión populista, que todo el demos participe en los asuntos políticos. El populismo es una forma de construir procesos políticos en base a una lógica en la que hay un nosotros y un ellos (amigo-enemigo) y una serie de demandas sociales que están frustradas por el sistema político se convierten en equivalentes simplemente porque están todas igualmente frustradas. Ahí puede entrar la causa feminista, los derechos de los trabajadores… Se pueden ir acumulando en una cadena de equivalencia que va permitiendo la construcción de un nosotros y un ellos y se teje la idea de que para que ese nosotros sea feliz hay que excluir de los procesos políticos a ese otro… y para todo ello se necesita un cierto tipo de liderazgo. Entonces, dentro de esa indefinición, lo más cercano a la definición de populismo sería que es una manera de construir lo político en la que el pueblo como sujeto político tiene el protagonismo. Esto tiene una serie de tensiones porque no todas las demandas son iguales y una tiene que ser la que represente las demás… En España, por ejemplo, el hecho de que todo el mundo entienda que los desahucios son una cosa terrible que refleja todo el dolor de la crisis ha ayudado a que haya cierta dimensión populista en la política española. A mí, personalmente, me interesa mucho por qué España es una excepción dentro del contexto europeo y ahora norteamericano: hay un populismo de izquierdas, que es integrador en su medida porque la frontera política no deja fuera, por ejemplo, a los inmigrantes. Deja fuera a los políticos corruptos, a los empresarios corruptos, etcétera…
También deja fuera a los banqueros y a los empresarios que no tienen porqué ser corruptos.
Ya pero en la construcción de la idea del enemigo siempre hay alguien que se queda fuera. En mi investigación he puesto como un síntoma de que esa estrategia estaba funcionando una anécdota: Pablo Iglesias estaba en la Televisión Gallega cuando un político del PSOE dijo: «yo soy gente normal», porque Iglesias hablaba de los políticos que son casta, no corruptos, pero casta. Ese etiquetamiento tiene un problema: que fractura la sociedad entre una mayoría una minoría, supuestamente. No obstante, he estado hace poco en Alemania con Pedro [Nicolás] y ellos pasaron de hablar del auge de la extrema derecha al auge del populismo de derechas hace veinte años, o sea, que ellos tienen mucho más claro que esa movilización social con cierta ambigüedad pero construyendo un enemigo, en este caso los inmigrantes, está funcionando y les interesa mucho el proceso por el cual en España no está habiendo un auge de los fascismos.
¿Cuando el PP dice que son el partido de los trabajadores está haciendo populismo?
Una de las ideas por las que Ernesto Laclau y Chantal Mouffe han tenido problemas con la izquierda es por la idea de contingencia: los marxistas más tradicionales entienden que la llegada de la revolución social es inevitable por las contradicciones del capitalismo pero Laclau y Mouffe dicen que la clase obrera no tiene porqué ser el sector que lidere a toda la sociedad. Porque puede ser que hayan procesos políticos en un sentido popular que supongan una conexión de derechos que ponga en jaque a una élite, pero lo pueden protagonizar los estudiantes, por ejemplo, haciendo esa masa social más amplia. Una de las causas que se concatenan en la cadena de equivalencia se vuelve la hegemónica y siendo diferente a todas las demás, se convierte en el símbolo de todas.
¿133 años después de la muerte de Marx sigue siendo inevitable que «la clase obrera» venza, cuando no ha vencido nunca en ningún sitio?
Esa pregunta es muy difícil, yo no creo que el triunfo del proletariado sea inevitable porque el capitalismo se adapta. Cualquiera que haya estudiado un poco de marketing sabe que para cada problema social, por mucho que la izquierda entienda que va a levantar una lucha en contra para exigir algo, los expertos en marketing ya han diseñado una solución. Hay quien dice que la economía social es eso, el cómo cooptar la voluntad popular, aunque yo no pienso así. Eso es un debate muy interesante. Ahora, que sea posible movilizar socialmente a la sociedad contra un sistema injusto, eso pasará. Si hay algo en lo que Marx acertó es en que las crisis del capitalismo son cíclicas, o sea, en los últimos treinta años hemos tenido una crisis cada diez años. En Estados Unidos se habla de la burbuja estudiantil por la especulación de la becas estudiantiles… Cada cierto tiempo hay un derrumbe que no derrumbará al capitalismo porque se adapta, pero esos son los momentos en los que hace falta articular mayorías que supongan una expansión de derechos. Ahora estamos en el sentido contrario, el año pasado se aprobó la Ley Mordaza, que es una restricción de derechos. Estamos en una época de repliegue de derechos, así que creo que hace falta que la gente se empodere bajo cualquier herramienta para exigir más democracia. Vivimos bajo un paraguas sin legitimidad popular (véase el FMI), así que radicalizar la democracia debe ser el objetivo no sólo de la izquierda, sino de todo demócrata.
El capitalismo se adapta camaleónicamente… ¿Por qué el marxismo no? ¿o el marxismo se adapta pero no se adapta tan bien?
No creo que se puedan comparar como dos modelos iguales. El capitalismo tiene detrás una serie de doctrinas diferentes: hay liberales clásicos y liberales comunitarios que critican en España la cercanía de las grandes empresas al Estado. Hacen el mismo diagnóstico que hace Podemos desde la izquierda. Yo creo que el marxismo sí se adapta, el problema es que la izquierda hace una propuesta y esa propuesta no gusta a todo el mundo, entonces cada corriente piensa de una forma: Desde un diagnóstico similar (que estamos en crisis) se hacen recetas distintas (Podemos ha hecho una propuesta socialdemócrata, IU hace una propuesta de creación de empleo público…) Por eso es difícil crear un programa común. Ahora parece que con Podemos y el cambio generacional de IU se está concentrando pero, con todo el respeto, hay mucha pureza ideológica que no sirve para absolutamente nada.
Estoy pensando que si se juntaran todos los partidos de izquierda saldría un ornitorrinco, que es un animal muy feo de Australia.
Y lo que no se cuenta porque no se puede contar…
¿Te toca las narices el posmodernismo?
En parte sí, el hecho de que se hayan fragmentado tanto las causas, las formas de pensar, los grandes relatos ha vuelto el mundo muy complicado y eso lleva a incoherencias. Nuestra sociedad está construida sobre una serie de principios que llegados a este punto están dando soluciones contradictorias para fenómenos para los cuales no estaban preparados. Sin embargo sí creo que repensar desde las luchas concretas y los sucesos concretos en muchos casos ha permitido explorar problemas que antes no se visibilizaban, por ejemplo el feminismo. Antes era todo la lucha obrera, ahora está el ecologismo, el feminismo… Entonces sí creo que tiene una parte buena, haber pasado de la política del militante a la política del activista, en la que todo el mundo puede elegir una causa en la que creer sin tener que comerse todo el pack. Igualmente los pensadores posmodernos, que se dice de forma peyorativa, ayudan a explicar un mundo muy complejo, el problema está donde siempre: en el choque entre lo universal y lo relativo.
¿Hay cosas estrictamente buenas y cosas estrictamente malas?
Yo creo que si alguien se atreviera a decir «esto es universalmente bueno o malo» estaría jugando a ser Dios. Lo máximo a lo que podemos aspirar es a la deliberación colectiva y luego a escribir los acuerdos, ya sea en la Declaración de Derechos Humanos o donde sea porque hay ciertas líneas rojas que hay que pensar, y para mí esa línea roja está en el sufrimiento concreto de la gente. Creo que el sufrimiento concreto de la gente no debería pasar a formar parte de ningún debate.
¿Hay que creer en ídolos?
Hay que tener referentes morales, políticos, ejemplos a seguir… siempre se corre el riesgo de ensalzar una serie de virtudes positivas y olvidarse de las negativas. Cualquiera que haya leído a Kant sabe que era un intelectual que justificaba el racismo. El ser humano no es perfecto, idealizar a alguien no es bueno, pero tener referentes sí.
Gracias, Manuel.
A ti.